jueves, 25 de abril de 2013

El diluvio

La puerta de calle estaba abierta y así, como si prontamente fueran a volver a verse, dijo que en breve hablarían, y se marchó caminando sobre sus botas negras. Al menos eso es lo que dio a entender, que se iba. Nadie sabe en verdad qué ha pasado en esos minutos en ese lugar del mundo. El camino a recorrer era corto, el barrio conocido. Imposible es que se hubiera perdido. Adentro, las cosas habían cambiado un poco su lugar habitual. Fotos que ya no estaban en su sitio. Cuadernos que se habían volteado hacia abajo. Persianas que ensombrecían el ambiente al que la luz del sol pretendía iluminar. De a poco todo fue volviendo a la normalidad. El agua cayó y cubrió envolvente aquel cuerpo, en cuya mente se tejían miles de preguntas. Una vez más, el diluvio había pasado.

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